jueves, 11 de septiembre de 2008

TESTIMONIO DE UNA VOLUNTARIA DE LA AECC

Ángeles


Fecha de Publicación: 12/5/2008




Me llamo Ángeles y he sido voluntaria 3 años en el Hospital Universitario de Sant Joan d’ Alacant. Decidí hacerme voluntaria a raíz de la enfermedad de mi madre, de no tener esa persona de apoyo, que ni lo encuentras en el resto de familiares, ni mucho menos los médicos, porque están demasiado inmersos en esa vorágine que es el trabajo oncológico de cada día, muchos enfermos, mucho por hacer. Y una se queda ahí, en el pasillo, mirando cómo se aleja el médico hacia otra habitación, encajando la última información recibida acerca de tu enfermedad, porque aunque la pase un familiar o uno mismo..es una maldita enfermedad que engloba y afecta a toda la familia. Y te quedas ahí mirando, pensando, resignada, cómo entras de nuevo en la habitación, cómo le transmites los últimos datos a ese familiar, o a uno mismo… Necesitaba esa mano amiga que me escuchara cómo me encontraba yo, que no podía ni llorar y menos delante de mi madre, ni a espaldas porque lo notaba todo. Necesitaba que alguien me escuchara, me apoyara. A los pocos meses del duelo, decidí hacer los cursillos y hacer el Voluntariado de la AECC, y créanme, ha sido de las pocas cosas que he hecho bien en la vida, me crecí como persona, me aportó mucha humildad, mucho aprendizaje en la vida, por parte de los enfermos, los enfermos son enfermos pero no dejan jamás de ser dignos, y personas, y como tales debemos tenerles en cuenta, SIEMPRE, aunque estén enfermos y no estén en situación de darnos una respuesta o una actitud clara y concisa en determinado momento. Bastante tienen ellos ya. Aprendí, como dije, la humildad en la vida, el coraje y las ganas de pelear, luchar y superar un obstáculo de tal calibre en la vida y a llevar esas ansias hacia otros aspectos. Aprendí valores como amistad, compañerismo, esperanza…Hoy día, soy separada y trabajo en lo que voy encontrando, lo cual me limita mucho el dedicar un día de la semana a mis enfermos, a mis amigos. Pero no por eso, me olvido, ni mucho menos, de lo que me dejé en aquella planta de Oncología, de lo que me traje en mi corazón, de lo que me hizo valorar en esta vida…Tampoco olvido mis compañeros de aquella época: Alfonso, Manuela, Encarni, Reme, Jose, Maria Dolores, Elena, Toñi… a todos ellos mis abrazos. Y a todos mis enfermos, aquellos que me sonreían cuando les iba a visitar o prepararles un Nescafe, mis besos. Y mi eterna admiración
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